Artículo originalmente publicado en la  Revista online Beerderberg el 2 de mayo de 2016

Como las serpientes de verano, resurge cada cierto tiempo en los medios de comunicación el lugar común de que los diputados “no trabajan”. A pesar de lo que pudiera pensarse a primera vista, no se trata de algo reciente ligado a la desafección por la crisis económica, sino que viene de muy atrás. Por poner un solo ejemplo de los más contumaces, en los años noventa, el diario ABC publicaba regularmente una columna titulada “Novillos en el Congreso”, donde daba cuenta de los diputados ausentes en una determinada votación. El carácter malintencionado viene de que rara vez explicaba si las ausencias estaban justificadas o las repercusiones que ello tenía sobre esa votación en concreto.

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