No está de moda hablar de la tortura. Nunca ha estado de moda hablar de la tortura. Molesta, mancha, huele.

Sin embargo, los informes más recientes de Amnistía Internacional nos dicen que la tortura y los malos tratos no es algo propio de aquellas viejas dictaduras latinoamericanas, como la del Uruguay de Benedetti.

Si os gustan las comedias malas no vayáis a ver «Pedro y el capitán». Si os gusta el teatro de risa y vodevil, no vayáis a ver «Pedro y el capitán». Si os gusta el teatro fácil, que no sea «para pensar» porque para pensar ya estamos pensando todo el día en nuestros importantes trabajos, no vayáis a ver «Pedro y el capitán«.
Gusta más hacer comedias con éxito de publico para poner a caer de un burro a los políticos; pero, eso sí, con gracia, con mucha chispa, con chistes facilones y acumulación de estereotipos para que nos podamos reír sin remordimientos, para poder pensar que estamos haciendo una crítica «a lo mal que va todo y lo malos que son nuestros políticos», pero sin que traspase, sin que moleste, sin que huela, sin que duela.


¿Cuál es la función del teatro? ¿cuál es la función «social» del teatro? Preguntas de tertulia que tienen muchas respuestas. Una a la que se suele acudir es que la función del teatro es entretener. Otra respuesta es que el teatro es para poder viajar acompañando a los actores en la exploración de partes de la vida que no solemos mirar.
El teatro de la companía «Inconstantes» y de su director, Emilio del Valle para mi es un ejercicio de «verdad» teatral. Su verdad, la verdad del trabajo que hacen sus actores siempre siendo honestos con su profesión, cómicos, actores, artistas. En su página web recuerdan que su objetivo es «divertir y entretenet» pero (matiz importante) en el sentido en que Brecht daba a su definición del teatro.

El propio Brecht recordaba que las grandes tragedias griegas se representaban en entornos de fiestas a menudo dionisíacas. Igualmente Brecht comentó que el teatro no debía tener contenidos moralizantes ni adoctrinantes.  Los montajes que he visto no son fáciles pero son coherentes con los planteamientos brechtianos. Desde el punto de vista de la puesta en escena creo que intentan aportar esa «representación de la vida» en el sentido de representar acontecimientos en los que vemos involucrados los seres humanos. Igual me equivoco pero creo que Emilio del Valle, cuando trabaja con sus personajes, no intenta desde la dirección de escena que nos identifiquemos con esos personajes sino que los «discutamos».

En este obra este «distanciamiento» es evidente. Nos enfrentamos al capitán, un auténtico hijo de la gran puta con trastornos psicológicos dignos de estudio. El personaje no se considera un torturador sino que, como él dice, «yo lo que intento es razonar». A partir de estos postulados, el capitán, intepretado con gran solvencia por Chete Lera, se abre, se muestra, crece como personaje desde la tranquilidad a la desesperación. Y a partir de aquí se nos muestra, como ejercicio estético, el horror.

«No creo que existan palabras para describir todo lo que significa, a aquellos que no saben qué es, el horror. El horror. El horror tiene rostro. Tienes que hacerte amigo del horror. El horror y el terror moral deben ser amigos, si no lo son se convierten en enemigos terribles, en auténticos enemigos».
Coronel Walter E. Kurtz (Marlon Brando)»




¿se puede hacer un ejercicio estético a partir del horror? Se puede ¿Se puede explorar como algo bello la absoluta desolación? Se puede y está en esta obra que os invito a ver.
Ese horror tiene su contrapunto en la música en directo que selecciona Montse Muñoz y que interpreta en directo Alberto Guio. La música, una exquisita selección a partir del Concierto para piano de Ravel, a veces acosa al torturado y a veces nos intenta engañar con su rara belleza. Hay partes, donde el músico se sienta en su rincón a emprender su particular viaje y la belleza de la música hace que te sientas tentado por un momento a retener el vómito y a decir: qué bello! Pero la música se desarrolla en un cuadrilatero, la música es contrapunto de lo que ocurre, la música es parte inseparable del drama que nos golpea en el estómago.

Si os gusta el teatro de verdad, respirad hondo y acudid a ver esta obra. No os dejará indiferentes.

Información sobre representaciones en el Teatro del Barrio, calle Zurita núm. 20, de Madrid