Es tiempo de examinar los proyectos acometidos hasta ahora por parlamentos para involucrar a la sociedad en los procedimientos parlamentarios. Examinamos las iniciativas de los parlamentos vasco, gallego y cántabro y con la iniciativa institucional “e-democracia” del Parlamento de Brasil como referente.
“Es la hora de la sociedad”, escribía José Ignacio Torreblanca para referirse a que, dentro del desastre en términos de confianza que atraviesa la sociedad española, se está produciendo un elemento positivo en lo relativo a la aparición de formas emergentes de movilización de la sociedad a través de plataformas organizadas, de iniciativas de ciberactivismo, de colectivos que reflexionan sobre el bien común.
Como comenta Gonzalo Cavero, “la sociedad está avanzando mucho más rápido que las instituciones o que los gobiernos; como resultado, los representantes democráticos están mucho más presionados y exigidos para redefinir su relación con la ciudadanía”.
En esta tarea de redefinición sería un error estratégico intentar la regeneración democrática con los únicos esfuerzos de los mismos actores que son identificados por la sociedad como parte del problema. Sin embargo, para una mejor democracia, es condición imprescindible la participación de los partidos políticos en las instituciones. ¿Cómo combinar la necesaria regeneración con el concurso de los viejos actores?
“Un trámite de audiencia”
Benigno Pendás, como director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, ha recibido el importante encargo de elaborar un plan de regeneración democrática, uno de cuyos puntos es el incremento de la participación democrática en las tareas parlamentarias.
“Que las asociaciones y colectivos sociales puedan dar su opinión durante la tramitación parlamentaria de los principales proyectos de ley. Según ha precisado, se trataría de que en el Congreso y en el Senado se estableciera “un trámite de audiencia para que los sectores sociales interesados transmitieran a los parlamentarios cuáles son sus problemas e inquietudes”.
En este punto resulta de interés revisar experiencias prácticas abordadas de manera oficial por la institución parlamentaria para abrir el Parlamento a la participación de los ciudadanos. En este mismo medio, en el blog ‘Qué hacen los Diputados’ se comentan, por su parte, las iniciativas que parten de la sociedad civil y que también fomentan esta participación.
Proyecto de participación democrática del Parlamento Vasco
Dentro del Estado español, un ejemplo complejo fue llevado a cabo en la pasada legislatura por el Parlamento vasco y se llamó ADI (Aporta, Debate, Influye). Consistía en un sitio web muy completo donde se sometían al debate y aportación una selección de proyectos de ley en tramitación.
Durante la pasada legislatura en la que estuvo activo se sometieron a debate cuatro proyectos de ley: Proyecto de Ley Municipal (41 aportaciones), Proyecto de Ley de Juventud (45 aportaciones), Proyecto de Ley de lucha contra el dopaje en el deporte (54 aportaciones) y Proyecto de Ley de cambio climático (118 aportaciones).
El sistema de debate está muy bien estructurado con apartados para acceder a los comentarios más recientes, por orden cronológico o las más votadas. Esta última opción resulta muy interesante porque podía recoger votos negativos y positivos. Finalizado el tiempo en el que el foro estaba abierto, se enviaba un informe a los grupos parlamentarios que podían hacer suyas las propuestas recogidas.
Ejemplos de participación y parlamento
Participación ciudadana en la web del parlamento gallego
El Parlamento de Galicia mantiene abierto un espacio de “participación ciudadana” , quizás no demasiado conocido, en el que se puede opinar sobre los proyectos y las proposiciones de ley que se encuentran en tramitación, así como sobre otros temas de interés.
A diferencia del ejemplo vasco, aquí se incluyen todas las iniciativas legislativas en tramitación, aunque, como se puede ver en la imagen adjunta, las últimas subidas a la web no habían recibido ninguna aportación ni comentario.
Texto (Fuente: Texto)
El Parlamento de Cantabria abrió el 24 de enero de este año un espacio de participación denominado “Parlamento abierto” que también somete a debate un proyecto de ley seleccionado por la Cámara a las aportaciones de los usuarios registrados.
Las contribuciones pueden ser de todo tipo, simples comentarios, sugerencias o enmiendas articuladas. Hasta el momento, el proyecto de ley seleccionado relativo a la “técnica de la fractura hidráulica había recibido 9 propuestas procedentes de 8 participantes. Las aportaciones pueden recibir los votos de los ciudadanos para expresar su aceptación de las mismas.
Es este uno de los puntos clave para valorar todas las iniciativas de participación, el número de aportes. Siendo todas iniciativas muy valorables y que responden a uno de los principios del oGov, el de la participación, no parece que los resultados sean cuantitativamente muy significativos aunque cualitativamente, sin duda, suponen una apuesta de la institución por abrirse. Hay que reflexionar sobre las razones por las que el enorme descontento ciudadano y la queja no se transforma en una participación masiva en estos cauces.
Brasil, delante del resto
En el ámbito internacional, la iniciativa institucional de participación que se suele considerar de referencia es la abordada por el Parlamento de Brasil con el nombre de “E-democracia“. El nombre no es muy afortunado porque en nuestro contexto se suele referir más al parlamento electrónico, pero en realidad en una compleja plataforma colaborativa.
La participación se organiza en dos fases: en primer lugar, el debate de ideas y, en segundo lugar, la armonización de las ideas. Respecto al primero se puede participar a través de foros (como en las que se han comentado en el caso español) pero también de chats, y de una muy interesante “biblioteca virtual” que contiene legislación aplicable, antecedentes, artículos doctrinales, vídeos, notas de reuniones, etc. En la parte de armonización de ideas se utilizan foros específicos y biblioteca virtual.
El sitio web también contiene enlaces con los miembros del parlamento para entablar un dialogo directo y direcciones de otros foros de debate. Cabe concluir, que una de las características principales de esta iniciativa es el cuidado de la comunidad; sin una comunidad (no participantes aislados) es difícil construir y trasladas ideas a la “inteligencia colectiva”.
Texto (Fuente: Texto)
Aunque no sea una iniciativa institucional, precisamente por poner el foco en la comunidad, cabe citar el proyecto “Keep the web open” que, de forma muy significativa, abre su web con una cita del presidente de los Estados Unidos James Madison:
“The advancement and diffusion of knowledge is the only guardian of true liberty”.
Esta iniciativa ha desarrollado una herramienta, denominada “Madison” que permite crear comunidades de debate a partir de un texto legislativo en tramitación en el Congreso americano.
En otras entregas se analizarán más iniciativas con el objeto de transmitir estas buenas prácticas que puedan servir al debate sobre cómo mejorar la participación pública en el parlamento. Por el momento, se pueden recoger algunas de las premisas para que una iniciativa de participación democrática tenga éxito:
1. Contextualización
Es cierto, que todas estas iniciativas entroncan con una de las recomendaciones de la Declaración sobre el Parlamento Abierto, promovida por más de 70 organizaciones de la sociedad civil dedicadas al escrutinio de la actividad parlamentaria, en concreto, en el punto 18 señalan:
“Reconociendo la necesidad de los ciudadanos de estar plenamente informados para realizar aportes a los temas examinados, el Parlamento debe proveer al público el análisis y la información para fomentar la amplia comprensión de los debates políticos”
Esta puede ser una de las claves para convertir un proyecto de participación ciudadana en exitoso, que se cuente, además del mero texto del proyecto, de unas claves, unos análisis y una documentación complementaria que hagan comprensible por la ciudadanía el objeto de debate político. Como ha señalado Cesar Calderón, un proyecto de apertura de datos sin contextualización y sin las claves políticas induce a mayor confusión y no contribuye a la transparencia.
2. Implicación
La participación necesita una implicación entre ciudadanía y representantes, como ha comentado en numerosas ocasiones Antoni Gutierrez Rubí, para que los primeros se sientan reconocidos en la participación. Por tanto, un proyecto de participación ciudadana exige una cierta gestión y creación de comunidades en las que la participación ante y durante el debate de los parlamentarios es fundamental. Sería interesante verificar si las relativamente bajas tasas de participación en los foros comentados se hubieran visto incrementadas si los participantes hubieran tenido un ‘feedback’ rápido en sus comentarios por parte de los diputados.
Es una hipótesis que habría que verificar con un trabajo de campo pero es posible que una motivación fuerte de un ciudadano para entrar en un foro web o en cualesquiera otro proyecto de participación sea la posibilidad de interactuar en directo con sus representantes como lo puede hacer en Twitter, por ejemplo.
No resulta muy alentador un precedente lejano de un pionero foro de debate que se estableció en la web del Senado a finales de los años noventa al hilo de los debates de la Comisión de Redes Informáticas. La primera legislatura funcionó muy bien, también en lo técnico gracias a un excelente trabajo del personal de la Dirección de Informática del Senado y con mucho éxito; sin embargo, pasados los primeros años, la participación de los senadores decayó hasta casi desaparecer y el foro languideció o fue objeto de debates sobre problemáticas individuales de ciertas personas.
Para que las leyes sean reflejo de los intereses de la ciudadanía es necesario que reflejen, precisamente, las necesidades y aspiraciones de ésta. Si el parlamento responde a los ciudadanos, éstos se sentirán empoderados y, en consecuencia, participarán más y mejor ya que sienten que su voz es escuchada. El aumento de la participación en los procesos parlamentarios se espera que conduzca, precisamente, a superar la brecha de desconfianza que existe actualmente entre representantes y representados.
Como señala Stephen Coleman en su fantástico ensayo ‘Conecting Parliament to the public via internet’: “Making Parliament and representatives more transparent has not resulted in greater public affection for them”. Hay que tener cuidado con el manejo de las expectativas generadas al respecto ya que es muy posible que en las primeras experiencias los ciudadanos no se sientan muy satisfechos (con razón o sin ella) sobre cómo son tratadas sus aportaciones por los parlamentarios.
Es tal la brecha abierta, que la desconfianza inicial primará entre los participantes y sólo se podrá vencer si hay sinceridad y convencimiento radical dentro de la institución sobre las bondades de poner en marcha estos mecanismos. En caso contrario, si es una pura operación cosmética o de marketing el resultado puede ser claramente contraproducente.
3. Lo ‘online’ hay que reforzarlo con lo ‘offline’
Se pueden establecer actividades presenciales tales como encuentros con parlamentarios donde fomentar el contacto cara a cara entre representantes y representados y que, precisamente, alienten y fomenten la participación ‘online’. El activismo online se refuerza con el esfuerzo offline (@antonigr).
4. Búsqueda y recopilación
Hay que cuidar los foros de participación dada una posible tendencia a la intervención caótica o de baja calidad. En el parlamentarismo actual ya existen medios de recabar las opiniones de ciudadanos cualificados sobre una materia. Existen las comisiones de estudio, las subcomisiones o las ponencias que pueden recabar la comparecencia de expertos. Por tanto, el propósito de estos ‘hearings online’ debiera ser igualmente, ser capaces de extraer la máxima calidad de las aportaciones, no ya de un selecto grupo de expertos propuestos por los grupos parlamentarios, sino de la calidad de ideas que exista en una comunidad más amplia. Como escribía Rafa Rubio, los parlamentos están llamados a abrirse a nuevas y creativas formas de participación.
En este sentido, una guía de uso de los foros de participación se hace necesaria para fijar directrices.
5. Cada tema, su herramienta
Es una obviedad que no sería lo mismo abrir un proceso de colaboración sobre una hipotética reforma constitucional que sobre un proyecto relativo a la limitación de velocidad en las carreteras. Por tanto, adecuar las herramientas y la información de contexto al tema de debate se vuelve esencial para no devaluar la participación.
6. Conexiones
Como una derivada de la creación de comunidades será interesante observar si los mecanismos de participación consiguen crear nuevas redes de contactos entre personas con conocimientos teóricos o reflexiones de interés con sectores que de forma práctica tienen experiencias constructivas al respecto.
7. Plan de comunicación
Deben ponerse esfuerzos y recursos por parte de la institución, incluyendo campañas de comunicación, para conseguir que la participación sea lo más amplia posible y que, además, sea lo más inclusiva posible.
Es posible que sea necesario, por tanto, realizar algún esfuerzo adicional de explicación o introducción al uso de estas herramientas para ciudadanos que puedan tener dificultades en el uso de las TIC.
8. Entidad independiente
Es importante en estos procesos que los resultados objetivos sean resumidos en términos comprensibles para que también la ciudadanía tenga la sensación de que sus aportaciones son valiosas al verse trabajadas. Esta labor de resumen es delicada y no puede estar sujeta a una sospecha de manipulación por parte de un grupo parlamentario para que se piense que las conclusiones están redactadas para apoyar a determinado grupo, ya sea de los que apoyan al Gobierno de turno o a la oposición. Se puede pensar en la intervención de los servicios de la Cámara o en la colaboración de alguna entidad social o persona independiente que realice dicha tarea.
9. Trazabilidad
Es conveniente que se pueda establecer una cierta trazabilidad de las las aportaciones de los debate que hayan sido asumidas por los grupos parlamentarios. Una medida que reforzaría la confianza de la ciudadanía en el proceso sería que los grupos se comprometieran a informar públicamente de que han aceptado una recomendación y sugerencia y lo expongan así a lo largo del debate parlamentario en si mismo.
10. Evaluación y conclusión
Todo lo que no se evalúa se devalúa y, por tanto, las instituciones no deben limitarse a abrir los foros de debate sino que, regularmente, deberán evaluar los resultados de los mismos en torno a parámetros tales como: frecuencia de la participación, extensión de los mensajes, ampliación del número de usuarios participantes, aportaciones en los mensajes de otros documentos añadidos, links de interés, etc.
Uno de los factores de empobrecimiento seguro de la participación es que existan unos pocos usuarios que participen mucho y que copen el debate. Sin embargo, en las experiencias españolas no parece hacer sido este el problema.
En conclusión, poner en marcha procesos de participación democrática en los procedimientos parlamentario no va a ser, sin duda, la panacea universal para resolver los graves problemas de confianza entre representantes y representados pero, sin duda, puede representar una oportunidad cierta de mejora si se toman con sinceridad y, además, se acompañan con medidas de comunicación adecuadas en la línea de lo que se puede llamar “transparencia radical”.